A nadie sorprende que el sistema económico instaurado en la segunda mitad del siglo pasado ya demostró que no era la respuesta, y que valorar la figura humana por su valor económico, atrajo más desgracias que las bendiciones prometidas. Bajo este marco Azahara Alonso cuenta a través de un relato entre juvenil con tintes de autosuperación y bastante idílico, lo que parece una respuesta a tal problemática, algo así como ir contra el sistema de producción, intentando producir y en consecuencia consumir lo menos posible, primando nuestra felicidad, que al menos en esta historia se basa en hacer lo menos posible, sin más objetivos que solo contemplar el tiempo.
Seguramente por mí avanzada edad la interpretación que le doy a tal propuesta es bastante limitada, pero no deja de estar bastante balanceada, considerando que la hipótesis se antoja para la respuesta ramplona de la literatura barata, cabe agregar que hace referencia a varias figuras de la sociología, literatura y filosofía que le da valor agregado.